Escribir, la mejor forma de interpretar lo innecesario, lo fatuo, lo árido e inútil de nuestro pensamiento/sentimiento.
Y es así, que gastando los instantes vamos (voy) reconstruyendo lo indeleble. Algo así como subrayar en hoja de acero, solo y únicamente para bienestar de nuestro monstro interno.
Y aquí una cosa sacada de cualquier parte, o de toda la parte mejor dicho.
La inhóspita vida que nos halla y encuentra, que nos pierde y enreda. Esta mundana, trivial y fundamental existencia que nos huye y reconstruye en cada momento y con cada persona. Es la que encaja entre el abismo del siguiente paso y todo el pasado que esta por delante. Y siempre, siempre nos reconforta con detalles minúsculos, nos estalla con argumentos rutinarios y nos explora con obstáculos prediseñados.
Y si, en conclusión indefinida, a la vida es mejor tenerla y no viceversa.
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